La reciente tragedia en Texcaltitlán, Estado de México, donde un pueblo agobiado por la extorsión y la violencia del crimen organizado reaccionó de manera drástica, ha llamado la atención a nivel nacional. Este evento, marcado por el enfrentamiento que resultó en 14 muertos, es un claro reflejo del hartazgo y la desesperación de una comunidad sometida durante años a la opresión de grupos delictivos.
Texcaltitlán ha estado bajo el yugo de La Familia Michoacana desde el gobierno de Enrique Peña Nieto. Este control ha sido tan extenso que abarca todas las actividades económicas de la región, incluyendo la agricultura y el comercio local. Los habitantes han tenido que enfrentar no solo la extorsión, sino también ejecuciones y violencia como parte de su vida cotidiana.
El reciente levantamiento del pueblo contra sus extorsionadores es un hecho sin precedentes en la historia reciente de México. La comunidad de Texcaltitlán, cansada de los abusos, tomó una postura radical, lo que llevó a la trágica confrontación que capturó la atención de los medios. Este acto de desesperación es una señal alarmante del nivel de abandono y negligencia por parte de las autoridades.
