GENTE DETRÁS DEL DINERO
Mauricio Flores
Los votantes que en 2018 le agregaron 12 millones de sufragios, los integrantes de la clase media, aquellos qué en su familia ganan de 25 mil a 60 mil pesos mensuales entre todos sus integrantes, se le voltearon al presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado domingo 6 de junio de 2021. Considerando que las pasadas elecciones fueron en verdad un plebiscito sobre la gestión presidencial -debido a la abierta interferencia de López Obrador a lo largo de toda la campaña electoral- se pueden obtener dos grandes conclusiones: a) le resultó barato al presidente y a su Partido Morena la mala gestión económica y el catastrófico manejo sanitario en sólo 2 y medio años de gobierno, pues mantuvieron 34% de los votos para la Cámara de Diputados y ganaron 12 de 15 gobernaturas; b) pero las clases medias, las más agraviadas por la decisiones económicas e ideológicas de este régimen, le dieron la espalda y, a continuación le ofrecieron un voto de confianza al PAN, PRI y al PRD, así como al Movimiento Ciudadano, para crear un contrapeso a un gobierno de la República que decidió sólo representar a un segmento de la sociedad, los pobres según la narrativa oficial, y declarar como su enemigo al otro segmento, a la clase media y a los ricos.
Las clases medias son, desde la revolución industrial, el factor de ajuste entre la acumulación de poder económico-político en un reducido grupo de personas que detentan la propiedad sobre factores clave de la producción y la distribución (tierra, capital, tecnología) y la gran multitud de desposeídos que sin esa propiedad sólo cuentan con su fuerza de trabajo. El asenso de las clases medias en Europa a finales del siglo XVIII (y tardíamente en América y México, hacia finales del siglo XIX) está ligado a dos eventos económicos, a un cambio cultural y a una singularidad política en la historia de la humanidad.
Cultura, eje de la clase rebelde
En términos muy generales, los cambios económicos que dieron paso a las clases medias se pueden acotar en: 1) la necesidad de acelerar la producción en los primeros telares y minas, así como de trasladar personas y bienes a la mayor velocidad y distancia para elevar las tasas de utilidad, generó la necesidad de sumar al proceso de control de procesos a personas habilidosas y a aquellos innovadores en la química, la física y la metalurgia de donde surgieron genios en la bioquímica en Francia, de físico-química en Alemania y mecánica en Inglaterra; 2) El cambio en las reglas en la apropiación de los excedentes agrícolas provocadas por el naciente capitalismo detonó el crecimiento de las ciudades -los antiguos burgos- de donde se desprendieron infinidad de nuevas necesidades por la creciente (e insalubre) convivencia de miles de personas en áreas reducidas… y de ahí policías, investigadores, maestros, médicos, abogados, y la proliferación de contadores (limitados antes a la nobleza), vendedores al menudeo, así como de maestros artesanos especializados a carpintería, plomería y con el arribo del uso de la electricidad, de técnicos en la misma.
El cambio cultural, asociado pero lejos de estar determinado por los eventos económicos, fue la potenciación de las tradiciones participativas previamente existentes en pueblos, comunidades y tribus para resolver problemas inmediatos, que en contacto con personas provenientes de otro lugar y hacinados en caseríos insalubre y sometidos a trabajos extenuantes y degradantes en la mayoría de las ocasiones, derivó en una creciente demanda de participación política y en la distribución de los excedente de la producción. Los hechos se volvieron en hechos que corrieron como pólvora de voz en voz y luego de panfleto en panfleto y llegaron los medios de comunicación masivos de mano en mano sobre la base de la invención de Gutenberg y de las edictos religiosos.
La lucha ampliación de los derechos democráticos a lo largo del siglo XIX en todo el mundo se asocia a estos ambos elementos que, con la difusión de ideas y de aspiraciones, fueron dando forma a una clase media: no eran “burgueses”, muchas veces no “pequeños burgueses” sino especialistas independientes que cercanos a las penurias de la mayoría y muchas veces en riesgo en regresar ellos mismos a la miseria, lejos de los grandes lujos de los grandes propietarios pero esenciales para el funcionamiento del engranaje económico y financiero, los primeros clase medieros forjaron alianzas con sus vecinos más pobres al tiempo de interactuar con los más ricos.
No en vano fueron estudiantes, profesores, abogados y médicos los primeros en incitar las grandes revueltas sociales del siglo XIX y XX, claro, contando con el patrocinio de gente poderosa que aspiraban ganar poder e influencia a costa de la riqueza acumulada por sus pares.
Esto no significa que los elementos radicales de la clase media hayan sido “manipulados”, sino que su ubicación entre los más ricos y lo más pobres, asignó a muchos de sus integrantes una posición educativa, técnica y social, requerida por los extremos por el capitalismo temprano.
Esto se profundizó en el siglo XX, tras las catastróficas I y II Guerra Mundial y su herencia de avances tecnológicos, los clases medieros se incorporaron en la Tecnoestructura que definió John K. Galbraith como ese ejército de expertos que terminó por sustituir en buena parte las decisiones del “gran capitalista” dada la complejidad para construir con éxito un avión o colocar a un humano en la luna.
La clase media dio tumbos con las crisis del capitalismo de los años 60 y 70´s en Europa; allá se logró afianzar; en América Latina fue golpeada por la violencia de estado y los desastres financieros de los regímenes populistas; en los estados socialistas, acallada y ocultada como un mal ejemplo, sus miembros asimilados por la gerentocracia o asesinados.
Con la caída del Muro de Berlín y la llamada “Fin de la Historia”, las clases medias recobraron fuerza como el eje de consumo ampliado que generó la revolución en el uso de energía fósil y de nuevos materiales, de los procesos asíncronos de producción y la incorporación de la China comunista como la “gran fábrica del mundo”.
La singularidad del igualitarismo
Las luchas por libertades civiles entre los 60´s y 70´s del siglo pasado amalgamaron la lucha que arrancó en la Revolución Francesa y que el inmortal Víctor Hugo, luego Tolstoi, y rematada magistralmente por Bertha von Suttner expusieron de manera primigenia: nadie quiere morir para la gloria de un rey, un país, una bandera, un general, por un honor, una medalla o un sepulcro de honor (diría el Himno Nacional de México).
Alimento suficiente, techo seguro, certidumbre de empleo, salud, educación para hijas e hijos, la esperanza de que ellos vivan mejor que sus padres, es la agenda que creó entre la clase media las revoluciones tecnológicas, las revueltas políticas, las guerras y las crisis. Nunca antes en la historia de la humanidad las exigencias de igualdad, hermandad y fraternidad quedaron tan expuestas ante un creciente número de personas que, debido al cambio cultural de la democracia moderna, contaron con el poder del voto unipersonal para decidir a quién quieren administre y resuelva los problemas comunes.
La agenda de la clase media se convirtió y sigue siendo el eje principal -aspiracionista- de oferta electoral de todos los partidos políticos del siglo XXI. Ningún aspirante a presidente, senador, diputado o alcalde ofrecerá empobrecer a sus electores. Que luego lo hagan en aras de mantener un proyecto de poder -como Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales o Andrés Manuel López Obrador- es una perversión de la democracia que pretende crear una nueva oligarquía, “revolucionaria y nacionalista”, pero al fin y al cabo oligarquía cuyo principal dique, enemigo y objetivo a destruir son las clases medias independientes, profesionales, técnicos y liberales que le han dado forma a la democracia a fuerza de golpes.
La última década del siglo XX fue el momento cúspide de las clases medias a nivel mundial, un modelo a seguir que se extendió hasta la primera década del siglo XXI pero que se enfrentó primero a la realidad de una pobreza rampante en medio oriente -cuyos migrantes en Europa en buena medida no pudieron acceder a los beneficios de la clase media local, ya fuera por negación religiosa o discriminación racial- que desató ataques terroristas. La crisis de los créditos subprime en EU en 2008 rompió, nuevamente, las posibilidades de una vida fácil que el sistema financiero y del consumo sin responsabilidad que la globalización vendió a las clases de todo el mundo que, por supuesto, compraron como la alegría propia de la yegua que ansiaba dulces y listones en la alegoría agrícola de George Orwell.
Los últimos 13 años han sido para las clases medias un proceso de adaptación a las limitaciones reales de los sistemas financieras, de entender que nadie regala dinero ni te ofrece una ganga hipotecaria o de un auto sólo por bondad, de perder la certidumbre que los estudios profesionales son una garantía irrevocable de ascenso social, enfrentar la competencia de técnicos y especialistas de China, Vietnam o India que hacen su mismo trabajo por una fracción de sus salarios.
Quiebre histórico de la clase media
Incluso la clase media mexicana ligada a las actividades fabriles y tecnológicas, sabe de esa competencia a pesar de que sus ingresos están por debajo de los que rigen en EU y Canadá, socios comerciales de México pero cuyos sindicatos no ven con buenos ojos al técnico automotriz en Silao, Guanajuato, que hace el mismo trabajo de un ingeniero de chicago pero que cobra menos de una décima parte en devaluados pesos.
Tras la pandemia, la clase media mexicana ha tenido que asumir el golpe de regresar a la precaridad, a vender casa o depa, regresar a la casa de la madre o padre tras verse impedido de pagar hipoteca o renta, de ver reducido en 30% el ingreso o sufrir despido fulminante; o, aún mas duro, aquellos que formaron un negocio familiar, ante la negativa del gobierno federal de “apoyar a los ricos”, no recibieron ningún tipo de respaldo durante los meses de los semáforos de cierre de actividades.
En las grandes ciudades de México esa política económica, centrada únicamente en apoyos sociales y electorales directos, derivó en el empobrecimiento de las clases medias. Y a ellas los líderes de Morena, empezado por el presidente, le han achacado el peor catálogo de penas morales y éticas de las que se tenga memoria desde la época de la Santa Inquisición: arribistas, hipócritas, convenencieras, individualistas, santiguadas, tramposas, manipulables, acomodaticias.
López obrador acaba de golpear el eje clave de la gobernabilidad, del cambio cultural, del motor nato de la economía local y de la innovación técnica. Agobiado por los resultados del pasado 6 de junio, su nuevo enemigo son ahora aquellos que le han dado en todo el mundo certidumbre a la civilización en los últimos 200 años.
mflores37@yahoo.es