El gran pintor italiano Tintoretto se inspira en una historia del libro medieval Legenda aurea de Iacopo da Varazze. Un esclavo de la fe cristiana es sometido a crueles torturas por su fe por parte de su amo, quien lo sorprende rezando ante la tumba de San Marcos (por lo que el amo ordenó quitarle la vista y romperle las piernas). San Marcos, patrón de la ciudad, interviene milagrosamente, rompiendo los instrumentos de tortura y salvando al esclavo.
En el cuadro el esclavo está desnudo en el suelo rodeado de cosas y objetos rotos, herramientas con las que se intentó torturarlo y que fueron rotas por la intervención de San Marcos. El verdugo, de pie, se vuelve hacia el maestro (sentado en el trono de la derecha), quien lo mira desconcertado y muestra el martillo roto.
La acción parece tener lugar en el escenario de un teatro: la multitud está delimitada a la izquierda por las columnas y a la derecha por la plataforma alta donde se sienta el propietario. Sobre la multitud hay una pérgola que conecta los dos edificios que delimitan el espacio en el que se desarrolla el evento y para cerrar la escena hay un telón de fondo muy plano, casi como un telón de fondo teatral, que representa la valla de mármol de estilo clásico de chalet. Los espectadores, asombrados y atemorizados, se disponen a lo largo de dos líneas diagonales que se encuentran en el centro donde, en una cuña en primer plano, yace el cuerpo del esclavo, visto en escorzo. La multitud está formada por varios seres humanos: hombres, soldados, mujeres, negros. Los orientales del turbante representan a los turcos, enemigos tradicionales de los venecianos, símbolo de los bárbaros infieles.
Tintoretto en «San Marcos liberando al esclavo» muestra completamente el drama del milagro que tiene lugar. El milagro como algo violento, inesperado, que rompe el orden injusto del hombre e impone lo divino y su belleza sobre lo cotidiano. Por lo tanto, la intervención del santo no es discreta sino extremadamente vistosa, exagerada, suscita asombro e involucra emocionalmente al espectador. El objetivo es alcanzar la máxima implicación emocional del espectador cuya atención se centra en el esclavo y los instrumentos de tortura rotos.