En México, miles de familias se unen en una búsqueda desesperada por encontrar a sus seres queridos desaparecidos. Con picos y palas, más de 100 grupos y colectivos de búsqueda en todo el país se aventuran a barrancas, terrenos baldíos, desiertos y ríos, dispuestos a descubrir cualquier rastro que pueda revelar el destino de las víctimas. Las autoridades reconocen la crisis humanitaria por desapariciones, con más de 112 mil personas reportadas como desaparecidas. Desde el inicio de la «Guerra contra el narcotráfico» en el sexenio de Felipe Calderón, México se ha convertido en un cementerio clandestino, y madres valientes han tomado la responsabilidad de buscar a sus hijos con recursos propios y enfrentando amenazas e incluso la muerte.
Uno de estos colectivos es el de Ceci Flores, líder del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, quien busca a sus dos hijos desaparecidos y ha enfrentado amenazas que la obligaron a abandonar su ciudad. Otro caso destacado es el de Delia Quiroa, fundadora del colectivo 10 de marzo en Tamaulipas, quien, frustrada por la falta de resultados de las autoridades en la búsqueda de su hermano, propuso un pacto social a grupos criminales para prevenir y erradicar las desapariciones, promoviendo la paz. Sorprendentemente, el presidente López Obrador ha respaldado este pacto social, y según Delia Quiroa, al menos dos grupos criminales han aceptado firmarlo, brindando una esperanza en medio de la angustiante realidad que enfrentan las familias de las personas desaparecidas en México.
