“Para tener la lengua larga, hay que traer la cola corta”.
Frase de los políticos mexicanos.
Andamos muy polarizados, somos antípodas hasta el sinsentido: si te atreves a criticar, señalar o hablar mal de uno, seguramente es porque eres un vendido lame suelas del otro… Esto no va a terminar bien.
Primero, lo evidente: Alejandro Moreno Cárdenas podría estar viviendo sus últimos días al frente del PRI a causa de una vendetta política que, muy probablemente, él mismo fue sembrando a lo largo de su carrera.
Moreno, dicen los que lo conocen, ha sido siempre un hombre muy visceral y poco dado a la templanza, alguien dentro del partido, muy cercano, lo ha traicionado y ahora es, simplemente, insostenible.

¿Quién lo grabó, tantas veces, mentando madres, repartiendo millones y extorsionando empresarios en medio del calor de las campañas?, los audios son demasiado evidentes y no parece que fuera el aparato del Estado contra él, suena, más bien, a fuego amigo, suena a un cobro de facturas.
Sobran ya los discursos engaña bobos, ya no son esos tiempos, ¿neta piensan que alguien creerá que los audios son editados, producto de la inteligencia artificial?, ¿de verdad creen que la opinión pública verá en Moreno a una víctima del sistema?, ¿a un mártir de la oposición?
Segundo, lo patético, Layda Sansores se divierte exponiendo a el exgobernador sin el más mínimo recato de antaño, definitivamente que ya no son esos tiempos donde se filtraban cosas a periodistas y la mano que mece la cuna permanecía en la oscuridad, ¡es la misma gobernadora la que da a conocer los audios!, ¡la misma gobernadora que exhibe a su enemigo y se deshace en irónicas burlas contra él!, la misma que lo hace pomada frente a la opinión pública.
Sansores sigue el ejemplo del maestro, López Obrador, en la orquesta de la oclocracia y del poder de la muchedumbre, ya poco le importa lo legal, ¡qué no le vengan a Layda con eso de qué “la ley, es la ley”!
Tercero, lo preocupante, porque se ve difícil que Alito renuncie aunque, como todo apunta, perderá las próximas elecciones y será insostenible ya no solo para el PRI sino para la Alianza misma, ¿con qué cara va a defenderlo Jesús Zambrano y los pocos perredistas o Marko Cortés y los tantos enojados panistas?, ¿apuestan a que la ciudadanía va a dejar pasar una corruptela de ese calado con tal de “quitar a Morena” del poder?, ¿apuestan a que ellos, sí, serán unos rateros pero que en la 4T son aún peores?… Mal augurio.

Las salidas del presidente del PRI son complicadisimas: cualquier votación de su fracción en el Congreso será medida con la vara de su interés en salvar el pellejo, cualquier concesión al presidente será entendida como un pago de favores para evitar la cárcel y cualquier declaración contra el lopezobradorismo terminará pareciendo, más bien, una cortina de humo.
Lo único que le queda hacer con un poco de dignidad es renunciar… Y no lo hará.
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