The Killers: espejismo en un desierto de asfalto

Escúchalo como en la Primera Emisión de MVS Noticias con Luis Cárdenas

El desierto de Nevada se ilumina mientras viajamos sobre la carretera hacia un rumbo desconocido. Las nubes cambian de color, soplan caras entre soles que brillan a todas horas. Explota un sintetizador, una guitarra. Aparecen colores evaporados de piedras monumentales. Más que un espectáculo, un espejismo aparece, con Brandon Flowers de maestro de ceremonias.

El Foro Sol quedó atrás, The Killers nos da la bienvenida, aunque sólo sea por un día, a este pueblo olvidado, en medio del desierto de Estados Unidos, pero lleno de historias de dolor, amor, nostalgia y esperanza.

Dave Keuning toca un acorde. “When You Were Young”. Todos viven nuevamente su juventud. Aunque sean de otro país, cada historia toca la fibra de algún recuerdo. Pues todos hemos sentido que la vida se va, pero que los momentos de amor hacen que valga la pena.

Solo con una “K” llena de luces, Brandon nos guía entre las imágenes que brotan del vapor de la carretera. Casinos que se distorsionan y esculturas de nube. Cada grito y cada coro del público lo sumerge más en el recuerdo de canciones que marcaron a más de uno, como “Somebody told me”, “Smile Like You Mean It” o “Read My Mind”; y para los más chicos, canciones que seguro no olvidarán 10 años después, como “Running Towards a Place” o “Dying Breed”.

Poco a poco el espejismo implota, no puede ser real. Roberto vive ese sueño, cuando Brandon lo invita al escenario para tocar “For Reasons Unkown”. Más de 60 mil personas corean su nombre: ¡Ro-ber-to! ¡Ro-ber-to! Solo con una selfie y un par de baquetas podrá recordar al día siguiente que fue real.

The Killers nos presenta a uno de sus tantos personajes del pueblo olvidado. En “Caution”, una reina que escapó entre luces y fuego para buscar libertad y alcanzar sus sueños. ¿Quién no ha soñado correr, a donde sea, pero lejos de aquí? Con un solo de guitarra, escapamos a un pequeño descanso.

Un robot regresa y hace la gran pregunta: ¿somos humanos o somos bailarines? Definitivamente lo segundo. No solo bailamos, cantamos. Con solo un acorde, la gente se adueña del espejismo y hacen su realidad. La banda desaparece y son miles de almas cantando “Mr Brightside”.

Antes de que el show se disipe por completo, el maestro Flowers complace al público con una petición: “Jenny was a friend of mine”. El bajo hace temblar la tierra y poco a poco se pierde en el aire la ilusión

Implota el sueño entre gritos. The Killers agradece nuestra visita a su pueblo perdido. Vuelan en el aire y el público vuelve a su propio desierto, uno de asfalto y concreto, de gente solitaria entre multitudes, de historias llenas de nostalgia y esperanza.

Por Luigi Durán