Poemas de Cesare Pavese

El amigo que duerme


¿Qué le diremos esta noche al amigo que duerme?
La palabra más tenue nos sube a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
quedamente hablaremos.
                                         La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor que cada tarde resurge,
impasible y vivo. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en la oscuridad.
Le hablaremos a la noche, que levemente respira.

Oiremos los instantes goteando en lo oscuro,
más allá de las cosas, en la ansiedad del alba
que vendrá de improviso esculpiendo las cosas
contra el silencio muerto. La luz inútil
develará la faz absorta del día. Los instantes
callarán. Y hablarán quedamente las cosas.

Gente desarraigada

Demasiado mar. Ya hemos visto bastante mar.
Al atardecer, cuando el agua se extiende, pálida
y diluida en la nada, mi amigo la contempla
mientras yo lo miro, ambos en silencio.
Por la noche nos encerramos en el fondo de una cantina,
aislados por el humo, y bebemos. Mi amigo  sueña
(son un poco monótonos los sueños junto al rumor del mar)
donde el agua es tan sólo un espejo, entre una y otra isla,
de colinas jaspeadas de flores salvajes y  cascadas.
Su vino es así. Se contempla en el vaso
levantando verdes colinas en el llano del mar.
Me gustan las colinas y lo dejo hablar del mar
porque su agua es tan clara que muestra hasta las piedras.
Mirando las colinas me llenan cielo y tierra
con las líneas seguras de sus flancos, cercanas o distantes.
Sólo las mías son abruptas, surcadas de viñas
fatigadas en un suelo quemado. Mi amigo las  acepta
y las quiere vestir con flores y frutos salvajes
para descubrir, riendo, muchachas más desnudas
    que los frutos.
No sucede; en mis más escabrosos sueños no falta una
    sonrisa.
Si madrugamos mañana, estaremos de camino
hacia aquellas colinas; podremos encontrar en  las viñas
una muchacha morena, tostada por el sol,
y comenzando la conversación, comerle un poco de uva.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
—esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o.un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra hueca,
un grito ahogado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando a solas te inclinas
 hacia el espejo. Oh querida esperanza,
ese día también sabremos
que eres la vida y la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como mirar en el espejo
asomarse un rostro muerto,
como escuchar un labio cerrado.
Nos hundiremos en el remolino, mudos.